
Al principio todo es color de rosa, pero no por ello vamos a agregarle un “dulce extra” que termine por romper el encanto. Y si lo hemos hecho, que tampoco nos pese el arrepentimiento hasta el punto de no ser cariñosos o intentar cambiar nuestra forma de ser.
Por el contrario, debemos ser nosotros mismos en todo momento sin arrepentimientos de ningún tipo, pero tratando de corregir a tiempo los excesos y poniéndonos en el lugar de la otra persona.
La idea es que no perdamos la confianza de lo que siente nuestra pareja por nosotros(as) y que busquemos sorprenderla con detalles originales, aunque sin rompernos la cabeza todo el día porque también tenemos otras actividades que cumplir y que alimentarán el amor cuando nos comencemos a extrañar mutuamente. El romance por dosis se saborea mejor
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